Sentir la desesperación que te ahoga, la impotencia coacciona con ella y te imposibilita respirar, siquiera expirar es posible. Y esa presión en el pecho sólo te deja fruncir el ceño y apretar los dientes. Parece que tu ser te hace pensar que el no respirar hará que las lágrimas no broten. Que equivocada estás. Pues ellas, aunque únicas y numerables, aparecen; pocas pero concentradas, lo llevan todo en sí, una por chillido aguantado,otra por rabia contenida...
Me arrinconé en una esquina de mi habitación, me era consabido lo que tenía que hacer. Así que allí esperé las punzadas de dolor y me llevé las manos a los ojos, asilándome de todo para recluirme en mí, lo que es mil veces peor. Pero de vez en cuando es necesario. No sé muy bien por qué lo hago, pero voy guardando cosas en mi interior, sin querer darme cuenta de que se quedan allí y se me van hincando hasta quedarse tan profundas que empiezan a doler... y supongo que todos tenemos un tope. A mi ya no me cabía nada más, y esa vez, escribir, dibujar, pegarle puñetazos a las paredes... dejó de ser suficiente. Necesitaba ahondar en lo que evitaba ver, enfrentarme a ello... a mí.
Creo que no hay nada más difícil que ponerte frente a ti en tu interior. Un momento en el que tus dos "yo" se enfrentan.. ¿dos? No... al cerrar los ojos, la presión de mi pecho se acentuó y las lágrimas pararon, esa pequeña liberación cesó y me dejó en una rabia inhumana, un silencio tan ensordecedor... que no tuve otra que empezar a escucharme. Ahora ya sabía por qué nunca lo hacía, era como una lucha de titanes en las que iban subiendo el volumen y las formas se agrandaban conforme su rabia requería mi atención, me movían, girándome hacía sus formas que se volvía enormes conforme me chillaban su verdad, y se introducían en mí con un dolor inmenso, rodeándome con sus fríos brazos, hacíendome inutil ante su magnificencia, dejándome ser un recipiente de ellas... Pues yo ya no era dos, era miles, cuantos colores y formas había, y todas me acechaban esperando su turno para destrozarme un poco más.¿Compensa matarme por dentro por no hacer un poco de daño a los demás?
En ese momento, introduciéndose una tras otra, cada una de las cosas que me había callado, en mi, la paradoja hizo acto de presencia; mientras más me llenaban mis "yo" más me iba vaciando, más negro y en silencio se iba quedando mi interior. La tranquilidad y la inexistencia aparente de mis rabias volvía a mi, lista para volver a guardar cosas, para esperar con paciencia que llegase de nuevo mi tope.
Hasta una nueva lucha de egos.
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