miércoles, 22 de febrero de 2012

La genialidad sin locura es posible pero no probable

¿Que qué siento? ¿Realmente crees que lo sé? ¿Cómo saberlo? Si me comprendiése, si al mirarme al espejo me viera a mi misma, si al llorar sufriese por lo que lloro, si al curvarse mis labios algo me recorriese... créeme, todo sería más facil.

Pero no, porque soy yo, Marta, ¿veis? Ni siquiera mi nombre me recuerda a mi, cuando me llaman, me giro porque he aprendido que es lo que tengo que hacer. Sueño con el día en que me llamen por mi nombre... recuerdo un libro, que leí hace mucho, mas ¿como acordarme del nombre? Ni siquiera lo representaba, en ese libro al llegar a cierta edad, cada cual conocía el nombre que era suyo, y lo guardaba para sí mismo, nunca se lo revelaba a los demás, pues mediante esa palabra podrían controlarlo. Yo no se la diría a nadie... No, desgraciadamente, ya se lo habría dicho a mas de una persona.

Siento... bueno sí, por no encontrar una palabra mejor. Siento que todo lucha dentro de mí, nada está quieto nunca, sentimientos (si es que tengo) se arremolinan en un continuo epílogo de mi misma para después atacar con destreza a donde saben que duele.

Ya no sé si quiero ser como los demás, si me gustaría que mi interior estubiese tranquilo, si me gustaría que mi mayor preocupación fuera el ¿le gustaré?... en parte si. Ser normal... ¿Te imaginas? Luego pienso que todo, mis palabras, esos trazos de dibujo, esas lágrimas acompañando un torrente interminable de expresión ilimitada... todo desaparecería. No, jamás. Prefiero sufrir para crear cosas bellas que mostrar al mundo, para sentir que sé decir algo, que puedo hacer que los demás lo interpreten, lo lean, aunque no lo comprendan, que ser una niña socialmente adecuada, que tal vez sea lista... si. Pero ¿De qué sirve la inteligencia si no piensas? Y pensar implica sufrir la duda. Y, lamentablemente, amo esa duda.

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3 comentarios:

  1. Mirarte en el espejo, no saber quién eres, quién llegarás a ser... Mirar o escuchar tu nombre y no saber quién es esa persona. No saber, al final, se convierte en motivo de lágrimas, de impotencia. A mi parecer, después de todo, nuestro nombre será sólo un garabato plasmado en cualquier papel, una palabra que una persona suelte al aire y seguiremos adelante sin voltearnos. Al final de todo, seremos libres sin nuestro nombre, estaremos bien,sabiendo quién somos y siendo quién queramos ser con nuestra propia libertad. La libertad que nosotros mismos vivamos...

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  2. Pris... eres increible, te quiero. Gracias por entender una parte de mi.

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  3. De nada cielo. Puedo entender esta parte de ti porque tu ya formas parte de mí. ¡Te amo!

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