
Unos labios posáronse en los míos,
o tal vez fueron los míos...
El recuerdo no es nítido,
pero fueron precedidos por palabras
y éstas incitáronle a más.
Cada vez que se unían,
una huella quedaba en mí.
Era... diferente,
entenderme no pido a nadie,
más su corazón lo hacía.
Entonces voláronse lejos,
muy lejós y veloces,
brillantes, libres...
y de colores se unieron.
Quizá las horas ayudaron,
quizá fue la soledad,
que a veces es buena,
tal vez la almohada nos lo sepa decir...
Yo sólo sé que la libertad
nos cubrió con su manto efímero,
que las preguntas
dejaron de sucederse en mi cabeza;
tus ojos las vencieron momentáneamente.
Y entonces, esa noche fría,
entendí que las huellas
se quedan mejor,
a la luz de las estrellas.
Todo resumido en una palabra; ¡MARAVILLOSO! Ti amo.
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